sábado, 28 de marzo de 2009

¿Qué le ves?

Los últimos días ha sido una pregunta común. Oye, pero en realidad ¿qué le ves? Las primeras veces no respondía pensando que era una pregunta con respuesta evidente. Según yo la respondía diciendo que lo quiero y que así no tengo que verle nada, que es todo.

Después de dos días de oír esta interrogante, decidí cambiar mi contestación. ¿Qué le veo? Es de mi estatura, tiene las manos y los pies más pequeños que yo, con respecto al peso, no es que yo sea gorda, sino que él es demasiado flaco. No es musculoso, no se me mueve con agilidad, no tiene unos ojos de color claro, no se sabe peinar, viste como cualquier persona. No tiene una sonrisa maravillosa, no tiene rasgos finos. No tiene el cabello claro. Dios, qué le veo.

No tiene un carácter fuerte, no es líder, no les gustan los cambios, le tiene miedo al compromiso. No tiene iniciativa, no es detallista, es demasiado frio, no sabe decir las cosas, simplemente es algo demasiado difícil.

No le gusta el deporte, (a mí me gusta mucho jugar basket), le gusta leer (yo leo como 5 libros al mes) le gustan las películas, ir al cine y verlas en casa, sabe ver cine de arte y comentar las películas, hacer críticas (me gusta hablar con él de películas). No sabe manejar (yo soy una especie de Schumacher). Toca el piano verdaderamente bien (no se tocar ni la armónica). Sabe escribir (a mi no me sale bien).

¿Qué le veo? ¿Por qué cuando hablo con él soy feliz, me siento feliz? ¿Por qué puedo pasar tanto tiempo a su lado? Cuando hablo con él, hablo de lo que me pasa, de lo que le pasa, de lo que siento, de lo que me gusta, de lo que le gusta, podemos hablar de temas poco trascendentales y discutir los horrores de la vida, como la vida es corta y la muerte está acechándonos. Nos gusta planear el futuro, siempre decir que en tantos años estaremos así o de otra forma.

Nos gusta pensar cómo va a cambiar el mundo, como vamos a cambiar nosotros, si queremos vivir en otro lugar, si nos vamos a quedar donde estamos. La mitad de los sueños que planeamos juntos no suceden, la otra mitad, son de broma, y a lo mejor uno o dos se vuelven reales.

Intentamos resolver todo lo que nos rodea, todos los males. También hablamos de las cosas más profundas de nuestros corazones, ese tipo de cosas que no compartes con nadie más. Él me aconseja y lo hace bien, yo le aconsejo y no sé como lo hago, pero es parte de quienes somos.

Hoy él ha sido una gran influencia de lo que soy. Muchas de mis decisiones a lo largo de los últimos años han tenido una razón en él. Y creo que es ahí donde está el qué le veo. No le veo algo característico, sino que él es característico en mí.

¿El ve algo en mí? Yo no sé que le veo, pero sé porqué está aquí, sé porqué contesté. No sé y no puedo decidir si quiero que todo siga así, no sé si quiero que siga aquí, no sé si voy a volver a llamar, no sé si voy a volver a contestar.

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