jueves, 13 de junio de 2013

Confesiones - Baccarat

Esta semana y la pasada fue la semana de las confesiones. Una tras otra, ir diciendo cosas que normalmente no diría a nadie por nada. Pero son las semanas de las confesiones, donde cada día digo algo más, cada día voy desenterrando un poco más de lo que tengo dentro.

Lo mejor de las confesiones es la libertad, lo peor es que se podría comparar con desnudarte... Y no es peor, simplemente es extraño, si te desnudas para bañarte, no tiene nada de especial, pero desnudarte frente a un público es poco pudoroso y extraño, desnudarte frente a tu otro yo, es confianza. El desnudo de las confesiones, es quitar la tela que existe entre dos personas. No física, sino mental. Es confianza.

¿Me quieres conocer? Quiero que me conozcas y así sucede, poco a poco vas enseñando quién eres y cómo eres. Cada día somos distintos, pero cada día hay una confesión más y de verdad es liberador. Cuando quitas las barreras, cuando dejas que sepan quién eres y cómo eres, entonces, eres libre. Así que las confesiones son libertad. 

Y también son fragilidad y transparencia. No sé porqué me gustan las metáforas, pero aquí va una: Una copa de baccarat, es preciosa, es ligera, es fuerte, es de cristal y es transparente. Con respecto a lo frágil, si le aplicas presión en un punto inadecuado, entonces revienta, con respecto a la transparencia, es confesarte. Así pasa, las confesiones te convierten en una copa de baccarat, te hacen transparente y frágil (para las vanidosas, también en bellas... "La belleza no es razonable").

Cuando puedes confesarte con alguien más, eres frágil y eres libre y como en el ping pong, dejas la pelota de su lado, es la otra persona la que sabrá si la rompe o si la toma como el cristal (joya) preciosa.



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