miércoles, 9 de diciembre de 2009

¡¡¡¡Abre el Paracaidas!!!!


Aún recuerdo la infinidad de veces que en el teléfono me decías que odiabas el lugar en el que estabas, que no te gustaba, que lo único que sabían hacer era emborracharse… que no querías recordar la prepa con ellos, que estabas seguro que en 20 años cuando se juntaran lo único que serían capaces de recordar serían las borracheras por toda la ciudad, la infinidad de veces que besaron a gente sin quererla… eras tú el que me decía esto, yo te contestaba diciendo que tu no serías así nunca.


Tu mirada no es la misma, haces viscos y desenfocas, tantas fotos, tantos status, tantas cosas, que me causan tanto dolor, déjalo, regresa. Quisiera decírtelo en persona, pero no se puede, quisiera gritártelo, pero no estoy segura de que lo escuches. Y no lo haría si no fuera necesario. Recuerda, recuérdate, quién eres, si quieres ayuda, buscala… si quieres hacer las cosas bien, hazlas, o será que a lo mejor quieres morirte o golpearte… espero que no creas que la vida es sin sentido. A lo mejor te sientes listo para morir, pero quita la adrenalina y pregúntatelo de nuevo.


Estoy en la montaña de enfrente, te vi saltar al precipicio, creí que llevabas un paracaídas, pero tu caída no se ha frenado, llevas tanto tiempo cayendo y tanta adrenalina que olvidaste abrir el paracaídas y me parece que vas a dar contra el piso y una caída tan larga nunca puede terminar sin una pierna o un brazo roto, por no decir que con la muerte. Te das cuenta, estás listo para suicidarte, estás listo para caer, ya viste el piso que se acerca a una velocidad vertiginosa.


Aquí estoy, desde enfrente, como espectadora viéndote, soy espectadora porque me sacaste de tu vida, y a media caída me pediste que me uniera, me alegra haber dicho que no, pero no me alegra verte así, no puedo soportar verte caer más, y por eso grito con toda mi fuerza desde la otra montaña, “abre el paracaídas” Si lo alcanzas a abrir y tocas el piso, sube de nuevo a la montaña, cuando llegues arriba, búscame.


Seguiré pidiéndole a Dios que esa mirada, tuya que tanto quise, vuelva a tus ojos, seguiré rezando para que no te suceda nada. Por favor abre el paracaídas… acá arriba se está bien.