jueves, 18 de febrero de 2010

De Tanya a Evgenij Onegin


Este pensamiento no es anónimo. Es un fragmento del libro "Oneguin", de A. Pushkin.

"Le escribo. ¿Qué más podía usted querer? ¿Qué más podría yo decirle? No ignoro que usted ahora podría despreciarme para de este modo castigar. Pero estoy convencida de que al menos tendrá usted un mínimo de compasión como para no abandonarme a mí misma... Mi primera intención era permanecer en silencio. Entonces usted hubiera ignorado siempre -y puede estar de ello totalmente seguro- la vergüenza que me invade en estos momentos... ¡Ah! Entonces para mí hubiera sido suficiente verle, aunque no hubiera sido más que un día a la semana en nuestra pequeña aldea; me hubiera sentido feliz sólo con oír su voz, con poder intercambiar con usted algunas breves palabras, para poder después pensar... pensar siempre en lo mismo, durante todo el diía y toda la noche, y así hasta volverle a encontar otra vez...

Pero según cuentan la gente, usted es muy reservado y dicen también que aquí, en nuestra aldea que parece tan alejada del mundo, todo le causa aburrimiento... Por otra parte, nosotros no debemos parecerle a usted demasiado interesantes, aunque nos produce alegría recibirle y lo hacemos siempre con cordialidad y sin cumplido alguno...

¡Ah! ¿Qué le induciría a usted a visitar nuestar casa? Si no hubiera usted venido nunca, yo me habría quedado en este apartado y solitario pueblo sin llegarle a conocer jamás y no hubiera sufrido esta horrible tortura que ahora sufro.

Es posible que, después de conseguir dominar las inquietudes de esa pobre alma mía sin experiencia, hubiera yo, con el tiempo, llegado a encontrar a un buen y leal amigo con quien poder convertime algún día en fiel esposa y madre ejemplar...

¡Mas no, no!... Pero, ¿que digo?... ¡A nadie más que no fueras tú me seria posible entregarle mi corazón! Puesto que sé que la voluntad de la Providencia así ha querido que fuera. ¡Y la voluntad de la Providencia es que solamente a ti debo pertenecer! Todo lo que ha sido nuestra vida hasta hoy, no fue otra cosa que el preludio de este encuentro nuestro que era inevitable. Sé, pues, que ha sido Dios quien te ha traído hasta mí y que tú me protegerás y serás mi compañero mientras viva...

En mis sueños muchas veces te me has aparecido; en ellos te he reconocido sin vacilar antes de haberte conocido en la realidad... En mi alma tu voz resonaba como un eco. Pensé que sería un sueño... Y no fue así, ya que cuando por primera vez visitaste nuestra casa, inmediatamente te reconocí. Sentí que el rubor cubría mis mejillas y me dije: "¡Es él!"

¿Es quizá mentira todo esto? ¿No es acaso cierto que cuando tú me hablabas en la noche, mientras daba una limosna a los pobres o cuando elevaba mis plegarias a Dios con el fin de calmar la inquietud que aprisionaba mi alma, yo oía tu voz? ¿No eras tú acaso quien murmuraba en mi oído dulces palabras de esperanza?...

Mas dime, ¿quien eres tu? ¿Eres quizá mi ángel protector, o eres un simple seductor astuto? Aclárame mis dudas. Es posible que todo esto no sea más que una vana ilusión o el fruto de un engaño, y tal vez mi destino no sea éste...

Sin embargo, a pesar de todo, desde hoy lo dejo en tus manos; vierto ante ti mis lágrimas y te suplico que me protejas.... Tú no ignoras la soledad en que me encuentro y sabes que ni uno solo hay aquí que sea capaz de comprenderme. Mi juicio comienza a ofuscarse y temo que voy a desfallecer...

¡Ah! A ti te aguardo, a ti, que tienes el poder de hacer que las esperanzas de mi corazón revivan con una sola mirada tuya, y que con un reproche inmerecido puedes desvancer mis ilusiones...

Mi carta ha llegado a su fin, pero no tengo ánimos suficientes para releerla...

Siento temor y vergüenza...

No obstante, tengo fe en su honor y en su dignidad, y en usted deposito mi confianza..."

domingo, 7 de febrero de 2010

Algo que robe de un anónimo

Cuando me sentí insignificante mirando el cielo pensé en ti y ese vacío desapareció. Alguien piensa en mí. Puedo sentir, puedo pensar, puedo querer, puedo ser simplemente lo que soy por ti. Y espero ser eso, y solo eso, toda mi vida.